Estoy parado frente a ella.
Pero el piano la atrapa
y su amiga le elucida
el candor y la albura que
se adivinan en el parque.
Cada nota marca un paraje.
Y escucho indolente
el pelmazo relato.
Ya termina el solista.
Entonces me integro
como un hecho casual.
Siento que la recepción
se puede convalidar.
Hay un pequeño silencio.
Saludo como al pasar,
pero todo fue un saludo.
Y no me quiso hablar.
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